Una década agridulcemente

Pero quiéreme
como se quieren las cosas en el vacío:
sin tregua, sin gloria,
agridulcemente,
a solas, en memoria.

A tan cortas distancias,
pero tan insemejantes las órbitas,
los saltos,
las aguas,
el sexo,
el llanto,
el viento;
los ejes.

Y quiéreme cuando menos lo espere,
cuando de los mares se escape 
lo que mi rostro no gime
a tan vagos reflejos, los míos,
tan llenos de vacío.

Por eso quiéreme
como se estiran los brazos a las oscuras
o como se desglosan las peñas tras los ríos.

Pero quiéreme bien,
que me basta con bracearme
tras la corriente de gentes
para ser confluente
en el lenguaje de los peces.

Entonces quiéreme
cuando toque fondo,
a tan cortas distancias de tu superficie
pero tan insemejantes nuestros sabores:
tu sal y mi mansedumbre,
agridulcemente,
quiéreme.

*******

Un aniversario de diez años y aunque mi ausencia por aquí ya parece definitiva, siempre regreso los veintinueves de enero a volver a a pasar por por el corazón tantas historias y momentos mágicos. También para recordar cuánto los echo de menos y los quiero.

Tres otoños

La primera semana fue eterna,
sentí como si tres otoños
enhebraran mis penas
y la tristeza devanara mis venas.

Perdí la cuenta de cuánto leí tu mensaje,
malgasté mis horas volviendo a tus fotos.
¿Cuántas alegrías tuve para ti?
¿Cuánto pesar quedó con tu encanto?

Supe adivinarte con ese poder que ciega,
con ese calor que a contracorriente
me revolcó los sentidos
y alteró mis latitudes.

No siempre será así
y la calma llegará.
Pero sin mermar mis ganas de llorar,
mi rabia corre con más fuerza.

La primera semana fue eterna,
pero no fueron tres otoños.
Las heridas quedaron frescas,
hilvanando desidias sanaran.

Primavera 2022

Tú también cargarás con el dolor
de todas las flores;
la primavera que titubea
persuadida en tus dedos.

En un sueño tu rostro palpité.
Mas te postergo,
Sol en mi aposento — claridad,
con el fin de deshacerme de ti 
en esta vida y la que sigue.

Torso de colibrí —
esclarecí la permanencia en tus alas.
Mis labios, florecidos, en cambio oscilan
como dos astros que se distinguen.

No quieras verte en estos ojos —
jacinto al fin, opulento en el vacío.
No quieras verte en este espejo —
ángel de mis anhelos,
te besé en el desencuentro.

Tú también cargarás con el dolor
de todas las flores;
la primavera que caducó
persuadida en tu donaire.

…y estás letras son para un hombre que su nombre significa rey en Gerar.

8 años y ando nocturno

Ando nocturno
por si me hago estelar.

Y vagabundeo 
de anillo en anillo
buscando de Saturno.
 
Oye, que ando nocturno.

Nómada de estrellas.
Mira, que duermo entre ellas
por si me vigilas
entre algunas botellas.

Y oye,
que ando nocturno.

Peregrino
bailando con tritones
en los mares de Neptuno,
cazando efímeros iones. 

Pero oye,
que ando nocturno.

Creando galaxias
dónde se funde mi pasión más umbría,
me deleito con tu ambrosía.

Y ando nocturno. 

Ya van ocho años de las letras del cielo y del infierno. Y sigo lejos de poder volver con la furia del inicio, pero incapaz de abandonar este barco y dejarlo a la deriva. A los que me leen desde el comienzo y a los que se unieron en el trayecto, gracias.

Aurora Boreal

Oh, pobre de los crepúsculos
que no se han dignado
en presenciar el encanto
de tu aurora boreal.

Aquella que sueltas al suspirar
atontado de tantos placeres 
que los detalles han de cederte
una vez más para no perderte.

Oh, pobre de mis manos
que andan sin las tuyas
en el invierno del descuido
al olvidarme de mí mismo.

Bendito mortal, cómo he de perdonarte
por tus tantos candorosos hechizos
que me han dejado (aquí) sumiso
con la ilusión de hallarte. 

Estoy cansado

Estoy cansado.
Sólo necesito descansar un rato.
He estado caminando por tanto tiempo
que no puedo arrastra otro paso.

Estoy cansado.
Déjame descansar aquí en la sombra,
déjame cerrar los ojos un rato
en esta umbría nube hecha de tormenta.

Estoy cansado.
He estado tanto tiempo en este camino
que necesito despejar mi mente
y dejar esta carga pesada.

Estoy cansado.
Y tan lejos de casa
que me siento extraño en esta tierra
de melancolía y añoranza.

Estoy cansado.
Por favor no me pidas que siga adelante.
Sólo déjame repetirlo esta noche
y en la mañana me iré.

Génesis

Me gustan las emociones cortas
y los viajes eternos.
Me gusta la tempestad,
aunque prefiero la calma que la antecede.
Lunes que parece verano,
otro sueño olvidado.
Me siento en el escritorio.
Lo más difícil de un cuento para mí
es comenzarlo.

Caos

Después de un tiempo me gustaría compartirles algo. He estado en una guerra constante conmigo durante años y se acentúo en estos días pasados. Hace un tiempo intento comprender que no hay nada malo en mí y que este mundo caótico plagado de pánico y ansiedad vale un poco la pena. La euforia desenfrenada marcó mi realidad y mantiene mi mente en un estado de control no deseado.

He estado demacrado, atravesar la indiferencia y entender el rechazo alteran mi vida y cuestionan la integridad de mi alma. Intenté varias veces usar este medio para mi propia curación, pero incluso el acoso y la desidia llegaron aquí.

No he sanado y posiblemente mi curación tarde más de lo esperado y eso es lo que quiero compartir; estoy lejos de alcanzar el equilibrio y ni siquiera contemplo un atisbo de alivio y aunque no podré volver a escribir con plena libertad, ansío que los días venideros me traigan el sosiego.    

¿Es obligatorio perdonar?

A menudo se nos dice, y se lee por todos los libros de psicología y los tweets de los sabios, que para poder sanar o crecer como personas tenemos que aprender a perdonar. Pero ¿Es obligatorio perdonar? Vamos a hablar brevemente sobre esto hoy y si me lees me gustaría conocer tu opinión.

Desde una perspectiva diferente, podemos concluir que articular la ira que sentimos hacia alguien o algo, es un proceso de sanación más real y asequible que el perdón y el olvido (si es que este último de verdad llegara a nosotros). Ese odio que se siente hacia la persona que nos hizo un daño o nos marcó de forma significativa, en cierta manera, nos mantiene alertas y en un estado de vanguardia constante, permitiéndonos ser más proactivos e incluso se podría manifestar una evolución en nosotros como humanos.

Perdonar algo, o a alguien, nos va a enfrentar a un ciclo de culpa y vergüenza que en algunas personas se ubica como una especie de recordatorio perpetuo y siempre lo enfrenta ante un dolor que no da visos de tranquilidad, sino que perpetúa un estado cíclico de tristeza y depresión. Muchos de estos ciclos se transforman en círculos viciosos en los que muchas personas se acostumbran al dolor, al engaño o a cualquier otra calamidad, ya sea por la culpa a la que los llevó el perdón o porque este mencionado acto perpetúa las inseguridades y traumas más oscuros de muchos de nosotros.

En múltiples casos lo que realmente sentimos (ira, odio, rencor) no es socialmente aceptado y no no lo permitimos sentir. Como sociedad glorificamos a la «persona inteligente emocional» y no pensamos en las consecuencias que esto trae para nuestra propia salud mental al reprimir lo que de verdad sentimos e intentamos sentir y pensar como personas best seller que nos venden los medios.

Como personas, todos estamos en nuestro pleno derecho de no estar de acuerdo con que nos maltraten y en sentir repudio hacia una persona o situación que nos maltrate o humille. Por lo tanto, si sentimos rencor, ira, odio o cualquier otro sentimiento que nos obligan a reprimir por medio a las consecuencias sociales, debemos abrazarlos y estar conformes con ellos. Si con el paso del tiempo estos sentimientos desaparecen estupendo, pero si no, no pasa nada.

No somos monstruos por sentir todas estas cosas, al contrario sentirlas nos hace ser más humanos.