Como os había dicho en la entrada anterior, hoy voy a hablar un poco sobre la obra de arte que más me cautivó en mi última visita a Nueva York. En esta ocasión fue en el Metropolitan Museum of Art, donde mis sentidos se alinearon e hicieron colisión con la obra Saint Tarcisius del escultor francés Alexandre Falguière.
Alexandre Falguière nació en Toulouse el 7 de septiembre de 1831 y la crítica artística lo cataloga como un pintor realista y un escultor académico. Sin entrar en muchos detalles sobre la preparación y educación del artista, es meritorio mencionar que destacó en las esculturas de corte clásica donde priman los temas mitológicos y antiguos, campo en el que brilló y obtuvo el premio de Roma a la escultura.
Fue precisamente la escultura de San Tarsicio la que me impactó de sobremanera. Tarsicio fue un mártir de la iglesia católica que según el canon murió en la vía Apia de Roma cerca del año 257 d.C. bajo el mandato del emperador Valeriano. Es poco lo que se sabe de Tarsicio, la hagiografía se guía por las palabras grabadas sobre su tumba, por mandato del papa Dámaso I, y las cuales versan:
Par meritum, quicumque legis, cognosce duorum,
quis Damasus rector titulos post praemia reddit.
Iudaicus populus Stephanum meliora monentem
perculerat saxis, tulerat qui ex hoste tropaeum,
martyrium primus rapuit levita fidelis.
Tarsicium sanctum Christi sacramenta gerentem
cum male sana manus premeret vulgare profanis,
ipse animam potius voluit dimittere caesus
prodere quam canibus rabidis caelestia membra.
Tarsicio es venerado en la iglesia católica como el santo de los acólitos y su celebración es efectiva el día 15 de agosto (únicamente en el martirologio romano). Se entiende que como acólito recibió la encomienda de llevar la eucaristía a los cristianos presos por proclamar la fe. Escondida la Sagrada Comunión bajo sus mantos, fue atracado por un grupo de jóvenes que exigieron que entregase lo que escondía y Tarsicio se negó y murió apedreado y apaleado.
La historia de Tarsicio fue rescatada por el cardenal Nicholas Wiseman, que lo presenta como un joven acólito en su novela Fabiola. Fue gracias a la obra del clérigo que la imagen de Tarsicio se renovó y llegó a ser representada de forma artística por Falguière y por consiguiente perpetuado en la psiquis colectiva.
El artista eligió para su obra el momento del martirio del joven. Se presenta a Tarsicio con su vestimenta rasgada y con las escrituras de su epitafio colocadas en la base de la escultura. Falguière logró un nivel insospechable de seducción con esta pieza, en los años posteriores fueron muchas las replicas y representaciones de la obra. Para lograr su cometido el artista utilizó un joven que posó desnudo frente a un fotógrafo y añadió los elementos de la ropa mutilada y las piedras alrededor del escenario para confirmar el suplicio por lapidación.
Es, a mi criterio, en las expresiones faciales de la escultura donde Falguière acentúa su maestría de la técnica y nos cautiva con pasión, dolor y atracción. Estar frente a esta obra artística desborda los niveles de sensualidad y son trasmitidos casi de cuerpo a cuerpo, logrando un éxtasis similar al que expresa Juan de la Cruz en sus letras.
El enlace fulminante e incluso místico que creó esta obra en mí fue tan desorbitante que podría decir que en un lapso indescriptible pude sentir el dolor y la pasión del martirio de Tarsicio.
La crítica se ubica más en la línea de pensamiento sobre la cual se especula que esta escultura representa un dolor sin represiones por el martirio. Yo en cambio, inclino más la balanza hacia otra dirección, esta obra plástica simboliza para mí la pasión del suplicio, esa frágil línea que raya entre el dolor y la excitación. No podemos pasar por alto que la hagiografía clásica nos indica que Tarsicio murió no sólo apedreado, sino también apaleado.