Catalina de Aragón y Castilla

«La hija de los Reyes Católicos soportó con admirable estoicismo la presión de un rey terrible y de toda su corte, y con voluntad férrea y tremenda dignidad,  fue capaz de cambiar la historia de Inglaterra para siempre».


Maria Doyle as Catherine of Aragon

Maria Doyle as Catherine of Aragon

Catalina de Aragón y Castilla fue la menor de los hijos de los Reyes Católicos y miembro de la Casa Trastámara. Se entiende que nació el 16 de diciembre de 1485 en Alcalá de Henares. Al igual que sus hermanos recibió una educación señorial que la preparó para ser reina.

Las leyes sucesorias de Castilla y Aragón eran claras, como lo son al día de hoy, y la condición de género, sumada a la de número, hacían casi nula la posibilidad de que Catalina llegara a ser reina castellana o aragonesa algún día. No obstante, un país con el cual los respectivos reinos tuvieran una buena relación diplomática hacía a Catalina una joven promesa para la regencia.

Juan de Flandes, Catalina de Aragón.

Juan de Flandes, Catalina de Aragón.

La enemistad y apatía con los galos fraguó muchos planes futuros y entre ellos, la alianza matrimonial de Catalina. Fernando II de Aragón tenía como objetivo aislar el territorio de su rival, por ello pactó el matrimonio de su primogénita Isabel con el primogénito de los reyes de Portugal. El sucesor directo al trono, y único hijo varón de los Reyes Católicos, se prometió a la hija del emperador alemán, Margarita de Austria. El matrimonio de Juana quedó concretado con Felipe, el heredero de los reinos de Flandes y Catalina fue enviada a las islas Británicas como parte del pacto que la convirtió en esposa del joven Arturo, heredero de la nueva dinastía que unió a las casas de York y Lancaster; los Tudor.

La historiografía entiende que Enrique VII vio en la casa Trastámara la carta de naturaleza para su futura estirpe, mientras que Fernando II encontró la válvula para ejercer un control y sitio más efectivo al territorio francés.

Físicamente, Catalina contaba con varios rasgos que la hacían muy parecida a las mujeres británicas. De otro lado la intachable educación que recibió la infanta y su fluidez y manejo de la lengua extranjera, fueron una baza que le dio legitimidad y prestigio social tanto ante la casa Tudor como ante la plebe británica.

En las memorias y correspondencia entre los nobles de Castilla y Aragón se habló mucho del gran parecido que Catalina tenía con su madre, la reina Isabel. Estas apreciaciones quedan comprobadas, a mi criterio, al contemplar las pinturas y retratos del momento, tanto de artistas castellanos como británicos y flamencos.

Isabel de Castilla

Isabel de Castilla

Luego de la Boda, Catalina y Arturo pasaron al Castillo de Ludlow donde sólo Catalina sobrevivió al invierno galés. A los 17 años y con la mitad de la dote pagada, Catalina era una princesa viuda y otra ficha más en el ajedrez histórico europeo.

El panorama fue totalmente gris para Catalina, se barajaron distintas opciones a un ritmo lento y pausado. Pasaron años mientras se discutían las soluciones y la joven viuda permaneció a la luz del ostracismo. El asunto de la nulidad del matrimonio solo podía ser resuelto por el Papa. La resolución que parecía prometer más era concretar un segundo matrimonio para Catalina, ahora con el siguiente heredero de los Tudor, el joven Enrique.

Sumado a todo, la guerra de los reinos ibéricos en la península itálica había dejado las arcas más vacías que llenas y la muerte de su madre, la reina Isabel, dejó a su hermana Juana gobernando en Castilla y a su padre Fernando en Aragón. Un nuevo matrimonio requería una nueva dote y Castilla no estaba en la mejor situación económica y el rey Fernando no deseaba pagar con su corona los costes de la castellana.

Ana Torrent as Catherine of Aragon

Ana Torrent as Catherine of Aragon

Catalina enfrentó vicisitudes desde sus tiempos como princesa. Las tensas relaciones entre su padre y Enrique VII le costaron penas e infortunios que vivió desde una patria ajena y con las intransigencias y hostilidades de unos cortesanos complicados y diversos. Sin embargo, la infanta no dio marcha atrás en ningún momento y se aferró a la religión y a su linaje para soportar lo que fuera que le llegase.

La muerte de Enrique VII y la coronación de su hijo despejaron la nubarrada vida de Catalina, pues el príncipe la escogió como esposa. Varias novelas históricas relatan un amor secreto entre ambos y los historiadores cuentan la alianza estratégica que el matrimonio significaba, sólo Enrique VIII conoció la verdad detrás de sus acciones.

Henry-Katherine-catherine-of-aragon-32118428-1275-1920Catalina era mayor que Enrique, su educación y madurez la hizo una reina activa y participativa en los primeros años de Enrique VIII. Cabe señalar, la buena formación diplomática que recibió Catalina y que fue de gran consejo y ayuda a su esposo.

Como historiador, recalco y me asombro de las relaciones internacionales durante su reinado y señalo a Catalina como la primera mujer, y sin duda alguna la mejor, embajadora que tuvo la corona británica. En 1507 se destacó como embajadora para la Corte española en Inglaterra. Su fluidez en los idiomas inglés, español, francés, latín y griego clásico le colocaban muy por encima de la mayoría de los hombres diplomáticos no sólo de Gales, Inglaterra y Escocia, sino de toda la Europa del siglo  siglo XVI. Hoy conocemos a Catalina como la primera mujer embajadora en la Historia europea.

No menos importante fue su conocimiento cultural. Viviendo en un territorio donde los movimientos artísticos y culturales no llegaban tan tarde como en su reino natal, Catalina fue una heredera del humanismo, siendo un factor que no sólo lo demuestra su educación, sino que también lo comprueba su excelente amistad con Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam.

Escudo de Armas de Catalina de Aragón

Escudo de Armas de Catalina de Aragón

Al Enrique VIII partir a la guerra con Francia, Catalina quedó como regente del trono y en ese periodo se libró la batalla contra Jacobo de Escocia en Flodden. Catalina jugó un papel destacado en ese proceso y la victoria inglesa del mismo, sumándole más puntos al afecto y la estima popular.

Pese a tanta gloria, la dicha no siempre puede ser completa. La mentalidad del momento más que ensalzar las grandes obras de Catalina, una reina sólo tenía una labor primordial; alumbrar un heredero varón. El  primer embarazo de Catalina culminó en aborto y el segundo aunque fue un niño, murió a los  52 días. El 18 de marzo de 1516 nació María Tudor, la única superviviente de sus seis embarazos.

Poco a poco la decepción de Enrique VIII se hizo evidente y Catalina pasó a una posición de abandono. Entre las actividades y vicios del rey fue que conoció a Ana Bolena, hermana menor de una de sus amantes y con la que posteriormente inició una relación que culminó en el cisma de la iglesia británica y la búsqueda definitiva por la anulación de su matrimonio con Catalina.

El capricho del rey, la oportunista familia Bolena y mentes religiosas perversas como la del cardenal Wolsey fueron fraguando el paulatino abandono y el fin del reinado de Catalina. Amparados en un viejo texto bíblico del Lévitico:

“Si un hombre intima a la mujer de su hermano morirán sin descendencia…”

IMG_5489Más que perder la corona, el peligro que arropó a Catalina fue la legitimidad de su hija, que de la noche a la mañana podría pasar a convertirse en una bastarda. Las cartas de Catalina a su sobrino el emperador Carlos V (hombre más poderoso del momento) y al Papa Clemente VII pedían no por ella, sino por la pequeña María.

Catalina fue aislada de todos, incluso su hija. Redimió su tiempo en el estudio del derecho canónico y la preparación de su defensa. La incapacidad de Wolsey trajo a Cromwell al escenario británico, principal enemigo de la reina Catalina y gestor de la única vía posible para los propósitos de  Enrique VIII, la ruptura con Roma.
Catalina fue despojada del título de reina y volvió a ser la princesa viuda de Gales, al final se le expulsó de la corte y pasó sus días en el exilio con apenas un par de damas de compañía y la imposibilidad de volver a a ver a su hija.

Es meritorio destacar que aún en el exilio Catalina se mantuvo firme en sus posturas y convicciones, se comportó como una reina hasta el día de su muerte. La historia de Ana Bolena no deja de ser tan intrigante como fascinante, pero no debe quedar duda que la auténtica y verdadera reina de las islas Británicas fue Catalina de Aragón, la mujer que cambió el rumbo de la historia británica y la primera embajadora y diplomática europea. Eustace Chapuys, el embajador imperial en Inglaterra dijo de Catalina:

Si hubiera nacido varón superaría a todos los héroes de la historia.

Su enemigo Thomas Cromwell, dijo de ella:

«Si no fuera por su sexo, habría desafiado a todos los grandes de Europa».

Y finalmente Ana Bolena, coronada en 1533, tres años después, con la muerte de Catalina, dijo:

 “¡Ahora por fin soy reina de Inglaterra!”

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